jueves, 1 de noviembre de 2007

Guardianes silenciosos


Publicado en el diario La Prensa, (01 de noviembre 2007)

Solitarios, descuidados y hasta abandonados. Así están la mayoría de los antiguos monumentos y sitios auténticos de Managua, pese a su valor histórico y cultural.
 
El recorrido empieza en Las Huellas de Acahualinca, consideradas el vestigio histórico más importante del país, con unos seis mil años de antigüedad.
 
Reconocidas como una de las muestras prehistóricas más importantes de América, Las Huellas de Acahualinca se encuentran en el barrio del mismo nombre, a orillas del Lago Xolotlán. Se puede llegar al lugar por medio de las rutas 159, 102, 6 y 112 y está abierto al público todos los días.
 
Descubiertas en 1874, son huellas de pisadas humanas y de algunos mamíferos. Algunos científicos aseguran que se produjeron con la huida de nativos por una erupción volcánica, luego las pisadas fueron cubiertas por ceniza volcánica y así se preservaron. El sitio histórico está abierto de lunes a viernes de 8:00 a.m. a 4:00 p.m. y los fines de semana de 9:00 a.m. a 4:00 p.m. La entrada tiene un precio de 12 córdobas a nacionales y dos dólares, o su equivalente, a extranjeros. Para los estudiantes la tarifa es mucho menor.
 
Ahí se brinda un recorrido, donde se explica la historia de las huellas, se muestra el laboratorio donde arqueólogos estudiaban el sitio y una sala de cerámica con unas 30 piezas precolombinas, traídas de Ometepe, Sapoá, León Viejo y el norte del país.
 
A pocos kilómetros al este de las huellas está el Parque Rubén Darío, en el costado sur del Malecón de Managua. En ese parque descansa uno de los principales monumentos de la capital, el monumento a Rubén Darío. Actualmente está en remodelación, en intento por salvar esta histórica imagen, inaugurada en 1933.
 
Según, Roberto Sánchez, director del departamento de Patrimonio Histórico Municipal de la Alcaldía de Managua, esta institución planeaba restaurar los principales monumentos de la capital, debido al deterioro en que se encuentran, empezando por el de Darío. Desde la semana pasada se le está instalando un nuevo sistema de agua, para que vuelva a ser una abundante fuente. Se espera que en dos semanas esté lista.
 
El monumento es de mármol, en su época costó alrededor de 18 mil dólares y fue moldeado por los italianos Atilio Favilli y Bonzanno.
 
Una de las particularidades de esta imagen es que su construcción e inauguración fueron pospuestas en numerosas ocasiones, en su mayoría por eventos naturales, incluido el terremoto de Managua en 1931.
 
Su diseño es sencillamente sublime, capaz de recordar esos maravillosos cuentos y poemas de Darío, donde las princesas son traviesas y las mujeres poseen la delicadeza de las garzas.
 
A pocas cuadras del monumento a Darío, hacia el sur, está solitario el Parque de la Paz, donde están enterradas unas 15 mil armas desde el 14 de septiembre de 1990, por mandato de la entonces Presidenta, Violeta Barrios de Chamorro.
 
Inicialmente el monumento a la paz contaba sólo con la Bandera de Nicaragua, colocada en un asta rodeada de enormes piedras, y fue construido en conmemoración al desarme de la Contrarrevolución y el fin de la guerra que azotó el país en los ochenta. Según explica el libro Arte Público Monumental en Managua del Siglo XX, de Julio León Báez, el 9 de noviembre de 1991 el monumento fue destruido por simpatizantes sandinistas, pero el lugar se reconstruyó, incluyendo un faro de 35 metros de altura. Fue inaugurado el 5 de diciembre de 1997.
 
Desde 1988 una tierna estatua honra a los maestros nicaragüenses: el monumento al Maestro Gabriel, situado en el Cementerio San Pedro. La estatua fue construida por iniciativa del doctor Miguel López, quien fuera alumno del insigne maestro, en 1888 y pese a su antigüedad y reconstrucción en el 2005, continúa solitario, rodeado únicamente por árboles y tumbas.
 
La imagen estaba ubicada inicialmente en dicho cementerio, pero fue trasladada al Parque San Antonio, donde permaneció durante 71 años, expuesto a los actos vandálicos y las inclemencias de la naturaleza.

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