lunes, 28 de marzo de 2011

Laguna del Volcán Maderas


Hasta el 15 de abril de 1930, cuando el campesino Casimiro Murillo escaló el volcán Maderas —a 1,384 metros de altura sobre el nivel mar, ubicado en la isla de Ometepe, Rivas— y la descubrió, nadie sabía de la existencia de esta laguna asentada en el fondo del cráter del referido coloso. 

Los indígenas llamaban al volcán “Coatlán”, que en lengua náhuatl significa “Lugar del Sol”, y se cree que por ser considerado un lugar sagrado para ellos nunca nadie se atrevió a profanar su cúspide, peor aún, bajar a su laguna. 

Los vulcanólogos y geólogos aseguran que esta laguna se formó después de la erupción del volcán hace unos 800 años, y que debido a su antigüedad, la vegetación es espesa en su cúspide y sus faldas, hasta donde termina la frontera agrícola. 

La cuenca de esta laguna, que lleva el mismo nombre del Volcán, es de unos 800 metros en su entorno, pero la laguna en sí mide 400 metros de largo por 150 metros de ancho. Sus aguas son frías y un poco pantanosas. En sus faldas internas se encuentran monos congos, venados, pavas, urracas y diferentes especies de exóticas orquídeas. 

Actualmente esta laguna es uno de los principales atractivos de los turistas que visitan la Isla de Ometepe, ya que “conquistarla” es una aventura emocionante, pues el expedicionario entra en contacto con la exuberante naturaleza que la rodea y pone a prueba su capacidad de resistencia física al escalar uno de los colosos más altos y bellos de la cordillera volcánica de Nicaragua. El mejor lugar para ascender es en la comunidad de Balgüe. 

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